Aquel periodo de tiempo que empezó con la noticia de que, debido a una endometriosis, nos costaría ser papás.
Aquel periodo en el que empezamos a buscar juguetonamente a nuestro Mini-Indio.
Aquel periodo en el que me hizo ilusión que me indicasen tomar ácido fólico, en el que tuve que aprender a interpretar la temperatura de mi cuerpo, en el que tuve que aprender a observar los cambios en mi cuerpo...
Aquel periodo en el que el calendario de mi nevera empezó a tomar absoluto protagonismo.
Aquel periodo en el que una puñetera aplicación para móviles me decía cuando eran mis días fértiles.
Aquel periodo en el que nos quisieron dictar cuándo teníamos que amarnos para encontrarte.
Aquel periodo, que fue cambiando de color, y no sé de que color era ni a cuál color cambió.
Porque claro está que en esta vida no todo es blanco o es negro, hay muchos colores con los que pintarla. Sólo sé que fue cambiando a un color cada vez más apagado, más desesperanzado, más triste.
Así fue como empezamos a empezar, a empezar de cambiar de color nuestra vida.
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