viernes, 5 de junio de 2015

¿Cómo es posible quererte si ni siquiera sé cuándo llegarás? (O incluso cómo llegarás o si llegarás)

Ha llegado el momento. Lo escribí cuando nos dieron aquellas malas noticias pero ahora tiene un sentido más especial para mí. Ahora lo comprendo mejor y creo que se puede entender mejor.

Sólo es el principio de nuestro viaje a Australia...


¿Cómo es posible quererte si ni siquiera sé cuándo llegarás?
(O incluso cómo llegarás o si llegarás)

Siempre he querido ser tu mamá y he soñado con que te tenía en mis brazos, te daba el pecho, dormíamos juntos...

Sentimientos que se hacían más intensos cuando papá y yo ya hablábamos de empezar a buscarte, estuvieses donde estuvieses. Ya no eran sólo pensamientos fugaces de los que surgían una sonrisa, ya eran ilusiones, preocupaciones... Tu papá al principio se ponía nervioso cuando salía el tema “cuando tengamos un Mini Indio” jejejeje y a mí me encantaba verlo así, nervioso, ilusionado, hasta a veces se le llenaban los ojos de lágrimas!! Él siempre te imaginaba cogido de su mano y paseando por la montaña, investigando huellas de animales, echándoles de comer, etc.

Yo te imaginaba aquí en casa conmigo, felices, queriéndonos mucho, esperando detrás de la puerta para darle un susto a papá cuando llegase a casa, yendo a la playa, haciendo guarrerías con pinturas, mil manualidades...

Nos imaginábamos muy felices, te imaginábamos muy feliz.

Tu llegada empezó a retrasarse por problemas de mamá y pasamos días y épocas de todos los colores, tanto que incluso nos poníamos muy tristes una vez al mes al saber que ese mes tampoco íbamos a tenerte con nosotros. Pero después de ese día tonto, seguíamos buscándote a toda costa.

Tu papá, siempre más paciente que tu mamá, al principio siempre decía “a verlas venir”, lo que significaba que teníamos que seguir viviendo lo más felices posibles porque algún día llegarías hasta nosotros. Con el tiempo dejó de decirlo, y no porque no tuviese significado ni valor, sino porque cada vez era más probable que hubiese algo que no jugase a nuestro favor para conseguirte.

Tu “no” llegada cada vez se hacía más insoportable, nos ponía muy tristes y estaba cambiando nuestras vidas, nuestra forma de querernos, nos estaba asustando.

Y llegó el día en que un médico nos dijo que el problema era de mi cuerpo, que se estaba cansando ya de producir óvulos, que son la semillita que ponen las mamás para que vengáis al mundo, ¡cómo era posible si sólo tengo 31 años y todavía no te tenemos! Nos dijeron que iba a ser muy muy difícil encontrarte, aun con ayuda de los médicos. Ese día nos pusimos tan tan tristes que no podíamos ni hablar, no podíamos dejar de llorar ¡con lo que yo te quiero ya! Al salir del médico tu papá me llevó a la playa y allí nos abrazamos para llorarte juntos.

Esa semana fue de lo peor que me ha pasado en la vida, el sentimiento de haberte perdido sin ni siquiera haberte conocido era devastador. Así me sentía, desolada, aplastada, desahuciada, rota por dentro...un sentimiento de pérdida descomunal. Todos los días hablábamos sobre ello y llorábamos sobre ello también. A tu papá le dolía mucho verme así, nunca me había visto tan triste y él siempre quiere ponerle remedio a todo lo que me pasa, pero esta vez comprendió que tenía que llorarte.

Gracias a él fuimos cogiendo fuerzas, yo no hubiese podido sin tu padre, mi Indio mayor. Me hizo entender que sólo había sido “un pequeño contra tiempo” y que íbamos a luchar por ti con todo lo que fuese necesario, “íbamos a quemar todos los cartuchos” de los que nos dejasen disponer. (Mil gracias amor, sino me hubieses levantado no podría haber vuelto a caer, no tendría fuerzas para ello)

Desde siempre, desde que te quiero, había tenido miedo (auténtico pavor) de tener que enfrentarme a algo así, de por más que te buscase no poder encontrarte y de tener que necesitar esa ayuda tan fría y que tanto puede desgastar de los médicos para llamarte.

Recuerdo, que antes de empezar con los médicos, le dije a tu papá que me sentía cansada antes de empezar. Y es que se me hacía cuesta arriba pensar que no serías concebido de manera natural, con mucho amor, sino con muchas visitas a médicos y en una fría placa de vidrio. Te juro que el día que nos dijeron que era muy difícil que llegases me sentí tan tonta por haber pensado así. Por ello te pido disculpas, hijo mío, ahora entiendo que el deseo de tenerte con nosotros puede con eso y con mucho mucho más.



4 comentarios:

  1. India cariño, vuestra historia me recuerda en muchas cosas a la nuestra. Entiendo perfectamente por lo que habéis pasado y estáis pasando. Este camino es muy muy duro pero rendirse no es una opción porque la recompensa que hay al final es tan grande...

    Es cierto. No sabemos con exactitud ni cómo ni cuándo vamos a lograr ser mamás pero, ten por seguro, que, de un modo u otro, lo conseguiremos. Mucho ánimo y aquí tienes una compañera de fatigas para lo que necesites.

    Un besito.

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    1. Gracias por tus palabras Inés.
      Todo llegará... "Un día llegará tu oportunidad" ;)
      Cuidate y disfruta perla, un besazo

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  2. Que carta tan bonita. He llegado a tu blog esta tarde y me lo estoy leyendo de atrás adelante. Al llegar a esta entrada, he tenido que parar. No tengo palabras. Lo siento mucho, que una persona como tú, que ya es mamá (yo creo que la maternidad la tenemos dentro en el momento en que materializamos el deseo de traer a nuestro hijo al mundo, aunque luego nos cueste llegar a materializar el asunto) le esté dando estos porrazos la vida.

    Mucha suerte y mucha fuerza. Apoyaos mútuamente el uno en el otro porque es un camino arduo (lo sabéis ya). Como te dice Inés, para lo que necesites, estamos por aquí.

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  3. Gracias por tus palabras.
    Bueno ya sabíamos que este camino iba a ser duro así que ahora a reponerse y a seguir luchando porque estoy totalmente de acuerdo contigo y "somos madres y padres en stand by" sea como sea lo encontraré.
    Bienvenida a este blog y a mi vida, para lo que necesites aquí estoy yo también.
    Gracias, un abrazo.

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