Sólo es el principio de nuestro viaje a Australia...
¿Cómo es
posible quererte si ni siquiera sé cuándo llegarás?
(O incluso
cómo llegarás o si llegarás)
Siempre he querido ser tu mamá y he soñado con que
te tenía en mis brazos, te daba el pecho, dormíamos juntos...
Sentimientos que se hacían más intensos cuando papá
y yo ya hablábamos de empezar a buscarte, estuvieses donde estuvieses. Ya no
eran sólo pensamientos fugaces de los que surgían una sonrisa, ya eran
ilusiones, preocupaciones... Tu papá al principio se ponía nervioso cuando salía
el tema “cuando tengamos un Mini Indio” jejejeje y a mí me encantaba verlo así,
nervioso, ilusionado, hasta a veces se le llenaban los ojos de lágrimas!! Él
siempre te imaginaba cogido de su mano y paseando por la montaña, investigando
huellas de animales, echándoles de comer, etc.
Yo te imaginaba aquí en casa conmigo, felices,
queriéndonos mucho, esperando detrás de la puerta para darle un susto a papá
cuando llegase a casa, yendo a la playa, haciendo guarrerías con pinturas, mil
manualidades...
Nos imaginábamos muy felices, te imaginábamos muy
feliz.
Tu llegada empezó a retrasarse por problemas de mamá
y pasamos días y épocas de todos los colores, tanto que incluso nos poníamos
muy tristes una vez al mes al saber que ese mes tampoco íbamos a tenerte con
nosotros. Pero después de ese día tonto, seguíamos buscándote a toda costa.
Tu papá, siempre más paciente que tu mamá, al
principio siempre decía “a verlas venir”, lo que significaba que teníamos que
seguir viviendo lo más felices posibles porque algún día llegarías hasta
nosotros. Con el tiempo dejó de decirlo, y no porque no tuviese significado ni
valor, sino porque cada vez era más probable que hubiese algo que no jugase a
nuestro favor para conseguirte.
Tu “no” llegada cada vez se hacía más insoportable,
nos ponía muy tristes y estaba cambiando nuestras vidas, nuestra forma de
querernos, nos estaba asustando.
Y llegó el día en que un médico nos dijo que el
problema era de mi cuerpo, que se estaba cansando ya de producir óvulos, que
son la semillita que ponen las mamás para que vengáis al mundo, ¡cómo era
posible si sólo tengo 31 años y todavía no te tenemos! Nos dijeron que iba a
ser muy muy difícil encontrarte, aun con ayuda de los médicos. Ese día nos
pusimos tan tan tristes que no podíamos ni hablar, no podíamos dejar de llorar
¡con lo que yo te quiero ya! Al salir del médico tu papá me llevó a la playa y
allí nos abrazamos para llorarte juntos.
Esa semana fue de lo peor que me ha pasado en la
vida, el sentimiento de haberte perdido sin ni siquiera haberte conocido era
devastador. Así me sentía, desolada, aplastada, desahuciada, rota por
dentro...un sentimiento de pérdida descomunal. Todos los días hablábamos sobre
ello y llorábamos sobre ello también. A tu papá le dolía mucho verme así, nunca
me había visto tan triste y él siempre quiere ponerle remedio a todo lo que me
pasa, pero esta vez comprendió que tenía que llorarte.
Gracias a él fuimos cogiendo fuerzas, yo no hubiese
podido sin tu padre, mi Indio mayor. Me hizo entender que sólo había sido “un
pequeño contra tiempo” y que íbamos a luchar por ti con todo lo que fuese
necesario, “íbamos a quemar todos los cartuchos” de los que nos dejasen
disponer. (Mil gracias amor, sino me hubieses levantado no podría haber vuelto
a caer, no tendría fuerzas para ello)
Desde siempre, desde que te quiero, había tenido
miedo (auténtico pavor) de tener que enfrentarme a algo así, de por más que te
buscase no poder encontrarte y de tener que necesitar esa ayuda tan fría y que
tanto puede desgastar de los médicos para llamarte.
Recuerdo, que antes de empezar con los médicos, le
dije a tu papá que me sentía cansada antes de empezar. Y es que se me hacía
cuesta arriba pensar que no serías concebido de manera natural, con mucho amor,
sino con muchas visitas a médicos y en una fría placa de vidrio. Te juro que el
día que nos dijeron que era muy difícil que llegases me sentí tan tonta por
haber pensado así. Por ello te pido disculpas, hijo mío, ahora entiendo que el
deseo de tenerte con nosotros puede con eso y con mucho mucho más.
India cariño, vuestra historia me recuerda en muchas cosas a la nuestra. Entiendo perfectamente por lo que habéis pasado y estáis pasando. Este camino es muy muy duro pero rendirse no es una opción porque la recompensa que hay al final es tan grande...
ResponderEliminarEs cierto. No sabemos con exactitud ni cómo ni cuándo vamos a lograr ser mamás pero, ten por seguro, que, de un modo u otro, lo conseguiremos. Mucho ánimo y aquí tienes una compañera de fatigas para lo que necesites.
Un besito.
Gracias por tus palabras Inés.
EliminarTodo llegará... "Un día llegará tu oportunidad" ;)
Cuidate y disfruta perla, un besazo
Que carta tan bonita. He llegado a tu blog esta tarde y me lo estoy leyendo de atrás adelante. Al llegar a esta entrada, he tenido que parar. No tengo palabras. Lo siento mucho, que una persona como tú, que ya es mamá (yo creo que la maternidad la tenemos dentro en el momento en que materializamos el deseo de traer a nuestro hijo al mundo, aunque luego nos cueste llegar a materializar el asunto) le esté dando estos porrazos la vida.
ResponderEliminarMucha suerte y mucha fuerza. Apoyaos mútuamente el uno en el otro porque es un camino arduo (lo sabéis ya). Como te dice Inés, para lo que necesites, estamos por aquí.
Gracias por tus palabras.
ResponderEliminarBueno ya sabíamos que este camino iba a ser duro así que ahora a reponerse y a seguir luchando porque estoy totalmente de acuerdo contigo y "somos madres y padres en stand by" sea como sea lo encontraré.
Bienvenida a este blog y a mi vida, para lo que necesites aquí estoy yo también.
Gracias, un abrazo.